Algún día entenderás, nombre del filme sobre la desigualdad entre la estirpe judía, sangre que con los milenios ha erigido el capital y el odio de los otros.
En Füssen, hace unos días, disfrutaron los protagonistas de este filme que parodia las hazañas de Hitchcock (descubrimos parcialmente, día con día, la organización que está detrás de la toma de países de primer mundo) un desayuno bien servido por un justo precio. Ahora en München en el hostal Wombat’s tal prestación no se encuentra y evitamos consumir allí los alimentos matutinos. Partimos en larga caminata y a paso veloz, porque el hambre resonaba en nuestros estómagos, al café que aquella amable muchacha nos convidó. Llegamos a Tree Man’s Coffee, ubicado en Oberanger #26. Notamos que la joven de antaño no atiende el establecimiento. De todos modos nos sentamos en el lugar de nuestra preferencia y mostramos, luego, el cupón que nos obsequió esa chica (como un non playable carácter, en un RolePlaying Game, el aventurero en su odisea recibe prestaciones
El Appleshot que uno puede ordenar
El pastel rojo que en la mañana calma el bolsillo y al estómago
Dicho cupón nos valió un par de libaciones. Luis ordenó la bebida de manzana que ayer degustó y el otro protagonista de The 38 Strings (evita incluir su nombre en la bitácora) recibe un tazón inmenso pleno en café. Además ordenan una rebanada de pastel de frambuesa cuya sola mención abre el apetito para nuestros lectores. Disfrutan el desayuno y parlan de lo visto hasta entonces. Refieren adjetivos sobre los germanios y sus modos, sus costumbres y magias, las desilusiones que les han causado y los gustos que les han generado. Chispas de chocolate se permiten la intromisión a la plática y, tras fotografiarlas, Luis las engulle, carente de pena por comer a una criatura mínima. Retornamos al hostal para complementar el desayuno, como la comida más importante del día. Cuando satisficimos al hambre (o la engañamos, según sea el caso) partimos de nueva cuenta. Ahora nos dirigíamos a la pinatoceca de München, rebosante en estilos y artistas. Notamos que el arribo a tal sitio no estuvo exento de sus excentricidades, como ciertos entschuldiguns, calentamiento de manos, turbaciones del camino, miradas ajenas, imprecisiones del trayecto. Cuando nos apersonamos en la pinacoteca y cruzamos la cafetería que allí vendía productos de elevado precio y de dudosa calidad, pues la suma a pagar no predetermina la delicia culinaria, pagamos nuestro boleto, dejamos las mochilas en un pasillo de lockers (que semejaba a un complejo habitacional) y permitimos que los ojos se deleitaran con las obras expuestas. Nos maravillamos con Ingermas, con una galería dedicada a los judíos, con una galería fotográfica portentosa porque el muestro de las capitales del mundo promueve el vistazo a las costumbres de los otros
Pese a la maraquerería (o pulso de maraquero) del fotógrafo ahí podemos leer el nombre de la calle
(Nota del editor intrusivo: en tal aula sólo una fotografía de México se percibía. Dejaba ver a los visitantes una esquina del Centro Histórico donde la calle Tacuba se desplegaba, sin presunción, para que los mercaderes vendieran los panes de cada uno de sus días. Curiosamente sólo una fotografía de India puede verse. Ciudades como Berlin, München, Köln tienen cabida. Otras capitales europeas encajan en el entramado, algunas ciudades asiáticas son claramente visibles, es notable la carencia de ciudades latinoamericanas, salvo Río de Janeiro). No fue menos sorprendente la galería, inmensa por sí misma, de arte contemporáneo que mostraba un recorrido cronológico de aquellos ases de la tecnología y cómo ésta se apodera de las mentes sin que ellas se percaten de su hechizo y sugestión.
Para los amantes de la madera
Una muestra del arte contemporáneo expuesto en la pinacoteca
Claroscuro
Los cantantes
En la pinacoteca de München obras así son reproducidas en madera balsa. ¡Vaya trabajo!
Vimos, además, cuadros de Dalí, una muestra de arte vario (desde anillos antiguos hasta corazones de la modernidad), varios pintores alemanes de prestigio que esta memoria nos impide recordar (días después el impacto maëlstrom del Louvre causará esta y otras pérdidas de consciencia debido a la tormenta destellante) y arteescencias en demasía (sí, tal palabra puede existir, si lo concede tu imaginario). Luego debatiríamos con la arquitectura de München, entre Apolos, Ludwigs y Luitpolds, centros, plazas, masas, turbas, chusmas. Los vales que nos obsequiarían a la llegada a esta urbe en expansión conceden, ahora, un café y una cerveza de justa proporción. La comitiva en el bar del hostal (allá nos encontrábamos pese a la omisión descriptiva. Nota del editor abrumado: el registro de una bitácora que puntualice el paso de las horas, desde una lejanía, corresponde con la dificultad) conversa en palabras que no entendemos y Luis, protagonista, ordena un tarro más para saciar su sed. Ocurrirá un episodio jocoso en la habitación: como ésta gozaba de la compartición de camas un inquilino que no habíamos visto despertaría ante nuestra entrada al descanso y, más tarde, ante la entrada al sueño, ya tardía (calculamos que cerca de las dos de la madrugada) de otro par viajero. Berlín atendía nuestros bramidos nómadas. Allá, al curso de las estaciones ferroviarias, quedaba la capital de la Germania.
Metalurgia
La silla que simula un pato
Afri-cola como propaganda. ¿Llegó ese refresco a nuestras tierras?
Edición de una fotografía en usanza de GoogleEarth
A través del pasillo de arte vario en la pinacoteca
Ciertos lujos arquitectónicos que vimos en nuestros últimos pasos, por ahora, en München. Los contemplaremos cuando el tiempo lo requiera.
De regreso al hostal le preguntan a uno de los protagonistas de The 38 Strings lo que es incapaz de comprender. Intetaríamos decir en germanio que no hablábamos dicha lengua sino español y tras un "¡ARGH!" en respuesta, que nos indicó la negativa de nuestro intento de comentario, nos dimos cuenta que la nieve nos convidaba su caricia.
Adviento como nevada
The pet of an evil corporation, dijo Bart, alguna vez
Toda cultura tiene aciertos y tropiezos