A Jacqu'lynn, firmamento.

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martes, diciembre 09, 2008

La entrada al Paisaje Por Venir

Iniciamos.
En preparación a un viaje lejano nos damos a la tarea de elaborar una bitácora que registre, si lo permite el azar, un núme
ro determinado de curiosidades.
Está en voga la Teoría de las Cuerdas en las voces de la cienci
a. Nos habla esta teoría que las dimensiones conocidas no son ya cuatro, como lo teníamos contemplado, sino once y que las partículas más pequeñas existentes ya no son los quarks sino las cuerdas. La teoría seduce: a través de un esquema de ecuménica proporción (un sistema que explique cualquier sistema) encaramos la posibilidad infinita.
Pudimos llanamente nombrar esta minimalia como Los 38 días o Las 38 noches pero como creemos que la pluralidad de nombres despertará acaso más gustos elegimos, por tanto, tal título.
Las coincidencias vibran, como las cuerdas. Hay una famosa película de Alfred Hitchcock llamada precisamente The Thirty Nine Steps basada en la novela de John Bucan. En ella se nos refiere cómo un sujeto apa
rentemente común ha de resolver un misterio en el que se ve envuelto sin escapatoria. Trama flotante en el suspenso, la película de Hitchcock es considerada su "obra maestra".

Un hombre siste a un anfiteatro concurrido en donde Mr. Memory o Señor Memoria presume responder cualquier pregunta. Una persona en el público, afanosa, cuestiona entonces si es capaz de saber cuándo se divorciará de su esposa o alguna simpleza similar. Mr. Memory sugiere al auditorio que realice preguntas serias. Se avivan las demandas y este hombre increíble, de elegante porte, responde puntualmente una a una. Observamos a un hombre, curioso en su serenidad, disfrutar el espectáculo cuando una mujer se le acerca y lo conmina a huir junto con ella. Unos disparos suceden la escena y el caos no se contiene más. Nace una chusma que lo confunde todo.
Y el hombre que hemos visto desde el principio, Richard Hannay (Robert Donat), protagonista, atiende a una agitada Annabelle Smith (Lucie Mannheim). Le ofrece hospedaje en su departamento. Accede. Allí ella necesita realizar una llamada pero pronto entra en la noción que está siendo espiada. Richard procura mantener la norma ante la paronia de su compañera y le asegura que la situación está bajo control. La mujer, por lo tanto, lo insta a que vea por la ventana: dos hombres aguardan en la calle, sentinelas a la espera de cualquier oportunidad. Le explica brevemente que una organización de enorme poder planea reordenar al país (Inglaterra) y que, de no evitarlo, caerá en manos muy ambiciosas para su propia envergadura.
Él se asombra. El teléfono suena varias veces. Nadie atiende a las súplicas del ring. Hannay convida a la mujer una merienda respetable y ambos deciden dormir para en la mañana ejercer el oficio del héroe.
Poco después Annabelle despierta a Richard de su letargo. Una daga cuelga de la espalda de la fémina. Ignoramos al asesin
o. Inferimos que la organización la buscó y ejecutó su ardid. Richard, más asombrado aún, intenta auxiliarla pero ella lo insta a que continúe la tarea de desenmascarar a la organización llamada The Thirty Nine Steps o Los 39 escalones. Escaso en pistas y dinero, conmocionado por haber presenciado la muerte tras el sueño, este astuto inquilino londinense habrá de encaminarse hacia la posibilidad.
He ahí el argumento del filme. Evitamos extender la narración de la trama. Cuando alguien cuenta una buena película sentimos que hemos perdido alg
o por no haberla visto nosotros mismos. Inferirán su próxima tarea en estas vacaciones (además de leer esta minimalia, si su curiosidad lo concede).
Ciertamente al ver la película por vez primera la curiosidad nos acompaña a todo instante. En particular la improvisación de un discurso formidable es lo que más destacamos del genial largometraje de Hitchcock. Hemos visto un par más de su repertorio fílmico y ninguna, aún, como ésta.

Así, por medio de singularidades dispersas que poco a poco anhelan el engarce, hallamos que el viaje a un lugar lejano constará de treinta y ocho días. La casualidad pudo haber obrado para ello. Que los editores del futuro se encarguen de tal labor, si acaso lo pretenden. Por otro lado, en la Teoría de las Cuerdas se habla de 11 dimensiones pero, así mismo, se habla de 26. La suma nos da, exactamente, un número menor a los 38 que el viaje abarcará. Vaya coincidencia, por demás, ociosa. De tal modo nació este repertorio de apuntes.

Por lo pronto.