A Jacqu'lynn, firmamento.

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jueves, diciembre 11, 2008

Técnica como circunstancia

Cualquier parecido con alguna obra de la realidad es mera coincidencia, afán de los productores ociosos de curiosidades que, sin el apoyo de patrocinadores mínimos -quizá inexistentes-, no podrían brindar a su querido público gozos acá, allá.



Nuestro productor, en aras de la amistad, apoyó la moción de nuestro devaneo. Incurrimos, así, en un hincapié. El destacar las intertextualidades de otros tiempos. ¿Qué es la intertextualidad? Toda referencia puede ser considerada como tal.
Observamos a los protagonistas de un futuro viaje hacia la posibilidad. Esta posibilidad enmarca cualquier devenir, ya no en el hado, que por lo general contempla a sus criaturas y fenómenos desde una óptica negativa, ni tampoco, por otro lado, desde la [P]providencia que conmina a los suyos a una bondad incomensurable, sino a través del presente,
un hic stans (estar aquí) que alude al seguimiento de los instantes. En pocas palabras significa este viaje el anhelo de un encuentro.
Para los curiosos que han vislumbrado esta minimalia recordarán que los dos actores principales en la película The Thirty Nine Steps son Robert Donat y Madelleine Carroll. Nuestro estimado productor, al que llamaremos Eduardo Espinosa (pero que ha optado por la codificación de su nombre, ensombreciéndolo como "E.E."), contribuyó a una mínima variante en la que observamos su destacada dirección en un filme inexistente. Que nosotros nos atri
buyamos las caractéristicas de Richard Hannay (Robert Donat) y Madelleine Caroll (Pamela) indica nuestro afán por el ceñimiento de lo singular. E.E., como creador de semblanzas humanas, ávidas en pulsiones pasionales, nos confiere credibilidad. Nosotros, como actores, lo transportamos a la gloria en un grupo muy selecto (al que podríamos llamar El Club del Ocio porque Stevenson ya eligió The Club of Suicidal para sí). Gozarán de prestigio aclamado. Las salas donde se proyecte el viaje -aún- inexistente estarán abiertas a todo público en horarios cómodos, recreos que permitan a las masas disfrutar entre la intriga y la minucia, cuando la sorpresa de los lugares inusitados los prive de su tedio y los conmine hacia el ansia.
¿Serán nuestros espectadores la organización macabra que planea el control de su país (México a través de su mente) o, no es que, cada uno de nosotros pertenece a ese misterioso séquito que piensa, de vez en vez, infringir la labor del asesino?

Acudamos a la imaginación y dignémosle un momento.